BLOG DEL MANIFIESTO POR LA SOLIDARIDAD

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martes, 21 de septiembre de 2010

¿Objetivos del Milenio? La esperanza se desvanece en un mundo cada vez más insolidario, en el que los culpables ganan



Por más que se pretenda evocar el espíritu de lo que supuso hace diez años la Cumbre auspiciada por Naciones Unidas que dio a conocer los encomiables Objetivos del Milenio, sería lamentable, e incluso obsceno, que la que ahora se reúne en Nueva York lo haga con el mismo sentimiento de complacencia y confianza expresado entonces. Lejos, muy lejos, están de cumplirse aquellos fines que nos han tenido expectantes y esperanzados a lo largo de una década. Con la mirada puesta en 2015, fecha de referencia para su cumplimiento, son muy pocos, si es que los hay, que abrigan la ilusión de que al fin será posible un mundo más justo, en el que el hambre, la pobreza extrema, las enfermedades endémicas o el impacto sobre el medio ambiente se van a situar en niveles que nos lleven a considerar de que, en efecto, nos encaminamos hacia un planeta más cohesionado.

No hay, sin embargo, muchos motivos que alienten a favor de esta tendencia. Si en momentos de bonanza económica, los logros han sido muy limitados (apenas se han logrado avances en la lucha contra la mortalidad infantil y las enfermedades infeccionsas), no cunde el optimismo cuando esta campaña se afronta en momentos de crisis y de debilitamiento de la voluntad de cooperación a nivel mundial. La ayuda oficial al desarrollo ha descendido sensiblemente – España la ha reducido en 800 millones de euros - como consecuencia de las politicas restrictivas frente a la deuda por parte de los paises desarrollados, la conquista del 0,7 % del PIB se ha postpuesto por aquellos que presumían de avanzar sin reservas en esa dirección.

Con todo, en mi opinión, no es eso lo más grave. Las expectativas se complican en un contexto internacional donde los causantes de la crisis han acabado siendo, a la postre, los beneficiarios de ella. La posición firme y asumida de la ONU en todo este proceso declina al compás del fortalecimiento de foros, grupos y acuerdos que soslayan por completo la legislación internacional amparada el respaldo de la Asamblea General o de la Organización Mundial del Comercio, donde están todos. Pero en los G-8, en los G-20, en Davos y en encuentros del mismo jaez no están todos, ni muchísimos menos. Sólo un grupo de paises y de líderes se concitan para hablar de todo menos de solidaridad.
Que se sepa, de ninguno de ellos, carentes de la legitimidad de la ONU, han salido declaraciones sensibles con el compromiso contraido hace diez años, e incluso algunos de sus buenos propósitos han quedado en papel mojado. Se habló con especial énfasis de refundar el capitalismo, de poner coto a los paraísos fiscales, de fiscalizar las transacciones especulativas, de demostrar, en fin, que se había aprendido la lección que llevó al desastre en el verano de 2007. Habia que corregir los factores desencadenantes de la crisis y afianzar el protagonismo de lo público. ¿En qué han quedado tales intenciones? ¿Alguien ha oido hablar de nuevo de disciplina y supervisión? ¿Qué ha ocurrido con las prácticas irregulares de los paraisos del dinero negro? Todo parece indicar que la voz cantante no está en manos ya de los Estados representados en Naciones Unidas, sino en la capacidad de maniobra de quienes, por paradójico que parezca, propiciaron el desaguisado que nos ha llevado donde estamos.

Sorprendido, leo que el Sr. Rodríguez Zapatero va a protagonizar “una ofensiva económica” en Nueva York. No lo hará sólo en la Asamblea General, como procede, sino en una reunión con lo más granado de las finanzas mundiales. Nada menos que un encuentro con los trece bancos y fondos de inversión que integran los más importantes del mundo por el volumen de fondos que manejan. He visto la relación y no hay nadie del mundo empresarial con vocación productiva, creadora de riqueza y de empleo, sino capitalismo financiero puro y duro. Intermediarios de inversiones, se les llama. Allí estarán, entre otros, los consejeros delegados de Citigroup, Prudencial, Blackrock, Paulson & Co., Bridgewater Associates, Goldman Sachs, Metlife, el presidente de Soros y el director de mercados de deuda pública de TIIA Cref. Vean las páginas web de esas instituciones y sabrán lo que es bueno.
Llegarán ustedes quizá a la misma conclusión que yo: los gobiernos rinden pleitesía a quienes no ha mucho se consideraba responsables del crack que nos afecta, mientras hoy, en cambio, aparecen como referencias victoriosas a los que consultar. Es tremendo: que, aprovechando la Cumbre que debiera reflexionar autocríticamente sobre lo que se ha hecho en estos diez años con los Objetivos incumplidos, se polarice la atención en torno a lo que hacen o pretendan hacer los principales artífices de los problemas que aquejan al mundo, no deja de ser una visión dolorosa de lo que está ocurriendo. Pues dudo de que haya advertencias severas o recriminaciones que reorienten sobre los comportamientos ya conocidos.
Es simplemente, me atrevo a aventurar, una manifestación más de hasta qué punto en estos tiempos de rechazo al diferente y de emergencia de la xenofobia los que mandan en el mundo con el apoyo de sus pueblos ceden soberanía a los que entienden que la injusticia y la desigualdad en el mundo son inevitables.