BLOG DEL MANIFIESTO POR LA SOLIDARIDAD

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viernes, 25 de septiembre de 2009

The End of Poverty: un documento necesario


Está pasando desapercibida y nadie habla de ella, pero hay que hacerlo para que se sepa, para que se conozca y difunda. Los grandes medios de comunicación se muestran indiferentes en torno a esta iniciativa político-cultural, mientras organizan a su modo la información, estableciendo prioridades, marcando pautas, resaltando lo que interesa, olvidándolo cuando ya no importa, fijando las directrices hacia las que se ha de encauzar eso que se conoce como opinión pública y que no es sino la expresión de la conciencia social modulada al servicio de los intereses que controlan mediáticamente lo que pasa en el mundo. Una información selectiva y discriminante. Mediatizada, en fin.


En su momento tuvo enorme resonancia el documental de Al Gore sobre los riesgos de la contaminación que ocasiona el “cambio climático”. La gran difusión y audiencia que mereció la “verdad incómoda” del que fuera vicepresidente de los Estados Unidos, y derrotado electoralmente con artimañas por George W. Bush (¿se acuerdan todavía de ese sujeto?) , fue espectacular y, aunque ha sido discutido en algunos de sus aspectos, continua siendo una referencia sobre el tema, aunque evitaba consideraciones criticas que en cierto modo limitaban aquellas ideas a una postura testimonial sobre uno de los grandes problemas de nuestro tiempo y de nuestro mundo. Y es que hablar de "cambio climático" no significa hablar de todo lo que debiera preocuparnos. Hay sin duda muchas más cosas.


Nada de esa atención y reconocimiento ha merecido hasta ahora, que yo sepa, “The End of Poverty, un espectacular reportaje crítico y de denuncia, un escenario de reflexión, debate y clarificación de ideas, sobre lo que sí constituye una verdadera tragedia, la mayor de todas: la pobreza en el mundo o, más precisamente aún, la miseria en toda su crudeza y magnitud. Basado en el principio de que “la pobreza no es un accidente, sino un producto de la responsabilidad humana”, con una fundamentación histórica bien definida y unas causas que no conviene olvidar. Dirigido en 2008 por Philippe Diaz, fundador del Cinema Libre Studio y en colaboración con la Fundación Robert Schalkenbach (tomen nota de ella, merece la pena), cuenta con la participación de intelectuales plena y sinceramente comprometidos con la causa de los más pobres de la Tierra. En él han participado personas que merecen tanto reconocimiento como Joseph Stiglitz, Susan George, Martin Sheen, John Perkins y Eric Toussaint, entre otros.


Presentado en varios festivales poco difundidos, algún día se proyectará en los paises de habla hispana y estará al alcance de nuestros ojos, que, desde luego, no lo han visto todo todavía. Estemos atentos, difundamos la noticia, compartamos la experiencia y valoremos lo que significa esta perspectiva solidaria que nos acerca sin artificio alguno al que sin duda constituye el principal problema de nuestra sociedad, "el origen de todos los males", como acertadamente ha señalado Jeffrey Sachs.



jueves, 17 de septiembre de 2009

S.O.S. DIVULGACIÓN

Nuestro querido amigo Victor, desde mi admirada Argentina, autor del Blog Gestión en Salud Publica, de quien ya he obtenido el correspondiente permiso (y al que mando un cariñoso y fuerte abrazo), ha publicado un articulo que pone el dedo en la llaga de lo que sucede en el mundo: casi la mitad de la población mundial está desnutrida.

Ante esta tragedia de proporciones mundiales, la labor de difusión del Manifiesto y la concienciación de todos, se antoja más necesaria y vital que nunca.

He aquí el articulo.

Para la ONU, casi la mitad de la población mundial está desnutrida.
Además, mil millones sufren hambre, la cifra más alta de la historia, según el organismo. El problema creció por la crisis financiera y por el alza en el precio de los alimentos.


Clarín.com

Mientras los más optimistas ya hablan del "comienzo del fin" de la crisis financiera internacional, la ONU alertó ayer que el hambre aumentó "significativamente" en los últimos dos años: en el mundo ya hay más de 1.000 millones de personas que la padecen, la cifra más alta de la historia, y 3.000 millones de desnutridos, esto es: casi la mitad de la población mundial, de 6.500 millones.

Los datos fueron difundidos casi al mismo tiempo por la directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Josette Sheeran, en Londres, y el relator especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, en un foro en México.

La directora del PMA cifró la cantidad de hambrientos, es decir, personas que no acceden ni a los requerimientos básicos de alimentación, en 1.020 millones, y alertó que el flujo de ayuda humanitaria está en "un mínimo histórico". Para Sheeran: "Este año tenemos más personas hambrientas que nunca" y remarcó que "muchos se despiertan y no cuentan ni con una taza de comida".

Según la responsable del organismo humanitario de la ONU, esa situación es una "receta para el desastre" y resulta "crítica para la paz, seguridad y estabilidad en muchos lugares del mundo".

La vulnerabilidad de muchas personas, explicó, se ha agravado por "dos tormentas que han coincidido y están golpeando": la crisis financiera internacional y el encarecimiento de los alimentos.

Además, hizo un "llamado urgente" al G-8, -los siete países más industrializados y Rusia-, y al G-20 -los países más ricos y los emergentes-, para que atajen un problema que requiere algo más que "soluciones a largo plazo".

"Con la Asamblea General de Naciones Unidas y la cumbre del G-20 en Pittsburgh (EE.UU.) en el horizonte, los líderes mundiales tienen una oportunidad ideal para poner el hambre en el mapa", remarcó el PMA en un comunicado. Los dos encuentros mundiales serán la semana que viene.

Además, Sheeran avisó que el PMA afronta "un grave déficit presupuestario", pues este año sólo recibió US$ 2.600 millones de un total de US$ 6.700 millones necesarios para dar de comer a 108 millones de personas en 74 países. Sobre el terreno, esa falta de fondos se traduce en el recorte de programas que se desarrollan en distintos países.

La directora del PMA remarcó que, con "menos del 1%" de las inyecciones económicas que han hecho los gobiernos para salvar al sistema financiero global, se podría resolver la calamidad de millones de personas que son víctimas de la hambruna.

Casi en simultáneo, en México, el relator especial de la ONU para temas de Alimentación advirtió que la situación del hambre es "alarmante" y que los Estados deben implementar "programas eficientes" que hagan frente a esta problemática que se agudiza cada vez más con factores como el crecimiento demográfico, la crisis alimentaria y el cambio climático.

Durante su intervención en un foro de diversas ONGs sobre el derecho a la alimentación, De Schutter reconoció que aunque los países menos desarrollados son siempre los más vulnerables ahora "la crisis económica está empeorando más la situación" y extendiendo los afectados. El experto prevé que en los próximos años los países tendrán "menos fondos para desarrollar los programas que necesitan para poder enfrentar el desafío" tanto del hambre como de la malnutrición, y criticó que en muchos países los legisladores hablen del hambre sin concretar iniciativas para solucionarlo.

"Tenemos que movilizarnos contra el hambre y empezar a identificar los sectores vulnerables para que sean atendidos", remarcó.

En tanto, la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advirtió que en América latina el número de personas que la sufren aumentó de 45 a 53 millones. El representante regional del organismo, el brasileño José Graziano da Silva, señaló que "el alza de los precios de los alimentos y la crisis económica empujaron a millones a una situación de inseguridad alimentaria, y muchos países afectados no tienen los recursos propios para responder".


Abrir aquí para acceder al documento IntraMed completo:

IntraMed - Noticias médicas - Para la ONU, casi la mitad de la población mundial está desnutrida

Saludos.
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domingo, 13 de septiembre de 2009

La defensa de la sanidad pública nos hace más solidarios

Recojo aqui unas reflexiones efectuadas sobre la importancia de la Sanidad Pública en una reunión sobre Servicios Públicos celebrada en Madrid y que, entre otros temas, abordó esta cuestión de tanta trascendencia para el desarrollo de las políticas solidarias:

"La salud como derecho humano fundamental no debería comprarse ni venderse. Es un derecho básico del ciudadano, el pilar de su bienestar y de su reconocimiento como persona. La privatización de la sanidad arrolla a los sistemas públicos desde la década de los noventa. En los últimos tiempos, y sobre todo debido al creciente endeudamiento de los Estados como consecuencia de la crisis, esta tendencia se está agudizando de forma alarmante. La ola privatizadora de la sanidad comenzó en América Latina, donde se presentó como una forma para mejorar la gestión de los servicios, mientras el Estado actuaba como controlador.

Fue un modelo ampliamente impulsado por las instituciones financieras internacionales y que seguía la imagen del débil sistema de salud de Estados Unidos (que actualmente deja sin cobertura sanitaria a 47 millones de personas, a pesar de ser el país del mundo con más gasto sanitario). Curiosamente, ahora que Estados Unidos está girando hacia un sistema público que garantice la asistencia a todas las personas, hay países como España que van para atrás, mediante políticas decididamente encaminadas a minar los cimientos de la sanidad pública, como se pone en evidencia en el mal gobierno sanitario ejercido por el Gobierno de la Comunidad de Madrid.

Ante esta tendencia, cabe preguntarse si es lícito hacer negocio con la salud. Si la gestión se rige por las leyes del mercado, ¿qué ocurre con la medicina preventiva, las enfermedades crónicas o los sistemas de vigilancia epidemiológica? ¿Pueden los sistemas privados hacer frente a los grandes retos mundiales que suponen epidemias como la gripe A? ¿Y qué ocurre cuando los hospitales dejan de ser rentables? La ingente cantidad de dinero que los Estados tienen que invertir para rescatar a centros de gestión privada que quiebran ha sido denunciada de forma reiterada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La salud como derecho humano fundamental e integrador socialmente debería garantizarse y defenderse. Sólo los sistemas públicos pueden garantizar la salud de las personas más pobres y enfermas. La gran tentación es crear estructuras estatales “sólo para pobres”, tal como sucede en América Latina y como ocurría en España cuando existía la beneficencia. Unas estructuras que están mal dotadas, peor atendidas y en las que el paciente ni siquiera tiene derecho a reclamar porque, en el fondo, son estructuras de caridad.

Además de vulnerar derechos humanos, la privatización de los servicios de salud no ha demostrado ser capaz de mejorar sensiblemente la salud de la población. La OMS ha sido muy clara en este sentido. En 2006, denunció que la gestión privada de los centros reduce la calidad de la asistencia, puesto que se centra fundamentalmente en el cumplimiento de plazos y presupuestos en lugar de centrarse en la atención a las personas, encarece las prestaciones y enriquece a los concesionarios a costa de las arcas públicas.

¿Quién paga, entonces, el negocio de la Sanidad? La Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública presentó recientemente un informe bastante crítico sobre la Sanidad en España. Según este documento, el sector público cubría en 1980 el 81% del gasto sanitario anual; en 2005, esa cifra se redujo al 70%, para situarse en un 62 % en 2008. Aunque no seamos conscientes de ello, el sector privado ya representa el 30% del gasto sanitario, con lo que ello supone. La obtención del lucro económico, intrínseca a la gestión privada, se logra a costa de altas hospitalarias precoces, reducción de medicamentos, disminución de personal, precarización de contratos y derivación de los casos más complicados a centros de gestión pública.

En definitiva, los grandes perdedores somos los ciudadanos y, en concreto, las personas más vulnerables, con menos recursos, inmigrantes en situación irregular o quienes sufren enfermedades crónicas o raras. Debemos preguntarnos si queremos que nuestros hospitales se gestionen como negocios empresariales, determinar cuál es el concepto de salud que defendemos, pensar si es lícito hacer negocio con la salud y permitir que unos pocos ganen en detrimento de la salud de la mayoría.

Debemos, en definitiva, fortalecer y mejorar un sistema sanitario público y alejarnos de la vorágine neoliberal que comercializa incluso los derechos humanos y las necesidades más básicas de las personas".

sábado, 5 de septiembre de 2009

OPORTUNIDAD PARA EL PEQUEÑO AGRICULTOR

Hola amigos:

Hace dìas que leì en prensa el artìculo que publico a continuaciòn. Personalmente creo que es una muy buena noticia......, siempre que las buenas intenciones que se anuncian.....no queden en agua de borrajas.

Un abrazo

Oportunidad para el pequeño agricultor
JEFREY D. SACHS 23/08/2009


La iniciativa del G-8 de destinar 20.000 millones de dólares a las pequeñas explotaciones agrícolas, lanzada en la reciente reunión de ese grupo en L'Aquila (Italia), es un potencial hito histórico en la lucha contra el hambre y la pobreza extrema. Con una gestión seria de los nuevos fondos, la producción de alimentos en África se disparará. De hecho, la nueva iniciativa, combinada con otras en materia de salud, educación e infraestructuras, podría ser el mayor paso hasta ahora para lograr los objetivos de desarrollo del Milenio, el esfuerzo internacionalmente acordado para reducir a la mitad la pobreza extrema, la enfermedad y el hambre en 2015, a más tardar.

La historia demuestra que dar semillas y fertilizantes a pequeños agricultores es una diferencia duradera

Durante el periodo 2002- 2006, yo dirigí el Proyecto del Milenio de Naciones Unidas, encaminado a lograr esos objetivos de desarrollo impulsado por el entonces secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan. Una de las piedras angulares del proyecto eran los "agricultores con pequeñas explotaciones", es decir, familias de agricultores de África, América Latina y Asia: explotaciones agrícolas de una hectárea, aproximadamente, o menos. Se trata de algunos de los hogares más pobres del mundo y también -cosa que resulta irónica- algunos de los más hambrientos, pese a ser productores de alimentos.

Pasan hambre porque carecen de la capacidad para comprar semillas de gran rendimiento, fertilizantes, equipos de riego y otros instrumentos necesarios para aumentar la productividad. A consecuencia de ello, su producción es escasa e insuficiente para su propia subsistencia. Su pobreza causa poca productividad agrícola y ésta intensifica su pobreza. Es un círculo vicioso, técnicamente denominado la "trampa de la pobreza".

El equipo de tareas del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas sobre el hambre, dirigido por dos científicos de prominencia mundial [M. S. Swaminathan y Pedro Sánchez], examinó posibles formas de superar ese círculo vicioso. El equipo de tareas sobre el hambre concluyó que si se concedía ayuda a los agricultores con pequeñas explotaciones en forma de insumos agrícolas, África podía aumentar sustancialmente su producción de alimentos. El Proyecto del Milenio recomendó un gran aumento de la financiación mundial para ese fin. A partir de esa labor y conclusiones científicas conexas, Annan lanzó un llamamiento en 2004 en pro de una revolución verde africana, basada en una asociación ampliada entre África y los países donantes.

Muchos de nosotros, en particular el actual secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, hemos trabajado denodadamente para hacerlo posible y Ban ha subrayado repetidas veces la emergencia especial provocada por las crisis alimentaria, financiera y energética mundiales de los dos últimos años. El anuncio del G-8 refleja esos años de esfuerzo y, naturalmente, los impulsos dados al respecto por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama; el primer ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero; el primer ministro australiano, Kevin Rudd; el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick; el comisario europeo Louis Michel; el diputado del Parlamento Europeo Thijs Berman y otros.
Ahora la clave está en hacer que ese esfuerzo dé resultado. Las lecciones de la historia son claras. Brindar semillas y fertilizantes a agricultores con pequeñas explotaciones a precios en gran medida subvencionados -o incluso gratuitamente en algunos casos- constituirá una gran diferencia duradera. No sólo aumentarán las cosechas de alimentos a corto plazo, sino que, además, los hogares de agricultores utilizarán sus mayores ingresos y mejor salud para acumular toda clase de activos: saldos de efectivo, nutrientes para la tierra, animales de granja y salud y educación de sus hijos.
Ese aumento de los activos permitirá, a su vez, a los mercados crediticios locales, como, por ejemplo, el de la microfinanciación comenzar a funcionar. Los agricultores podrán comprar insumos, ya sea con su propio dinero o mediante préstamo gracias a su solvencia crediticia.

Ahora se ha logrado un consenso sobre la necesidad de ayudar a las pequeñas explotaciones, pero siguen existiendo obstáculos. Tal vez el riesgo mayor sea el de que las "burocracias de la ayuda" se disputan para intentar conseguir una buena tajada de los 20.000 millones de dólares, con lo que gran parte de estos millones se irían en reuniones, consultas de expertos, gastos generales, informes y más reuniones. Las "asociaciones" de donantes pueden llegar a ser un oneroso fin en sí mismas, con lo que simplemente retrasan la aplicación de las medidas reales.
Si los Gobiernos donantes quieren de verdad obtener resultados, deben dejar de poner el dinero en manos de treinta o más burocracias distintas y juntarlo en uno o dos lugares, el más lógico de los cuales sería el Banco Mundial, en Washington, y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), en Roma. Uno o dos de esos organismos tendrían entonces una cuenta con varios miles de millones de dólares disponibles.

Después, los Gobiernos de regiones azotadas por el hambre, en particular de África, presentarían planes nacionales de acción que facilitarían los detalles sobre cómo utilizarían los fondos de los donantes para brindar semillas de gran rendimiento, fertilizantes, riego, herramientas agrícolas, silos de almacenamiento y asesoramiento local a los agricultores empobrecidos. Un grupo de expertos independiente examinaría los planes nacionales para comprobar su coherencia científica y de gestión. En el caso de que un plan fuera aprobado, se desembolsaría rápidamente el dinero para apoyarlo. Después, cada uno de los programas nacionales sería supervisado, auditado y evaluado.

Ese método es sencillo, eficiente, responsable y científicamente sólido. Dos recientes ejemplos de éxito en materia de ayuda han utilizado ese método: la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación y la Inmunización, que consigue inmunizar con éxito a niños pequeños, y el Fondo Mundial de Lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, que apoya los planes nacionales de acción para luchar contra esas mortíferas enfermedades. Los dos han salvado millones de vidas durante el pasado decenio y han preparado el terreno para un método más eficiente y científicamente sólido de asistencia para el desarrollo.

No es de extrañar que muchos de los organismos de Naciones Unidas y de los organismos de ayuda de los países ricos se opongan a ese método. Con demasiada frecuencia, lo que se disputan es el territorio y no la forma más eficaz de acelerar la llegada de la ayuda a los pobres. Así, pues, Obama, Rudd, Zapatero y otros dirigentes innovadores pueden obtener unos resultados mucho mejores cumpliendo sus promesas en el G-8 e insistiendo en que la ayuda dé de verdad resultados. Hay que saltarse las burocracias y llevar la ayuda a donde se la necesita: en la tierra labrada por las familias de agricultores más pobres del mundo.

Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. Traducido por Carlos Manzano © Project Syndicate, 2009 www.project-syndicate.org